← Volver Publicado en

“Si quieres tener una carrera larga y sostenible, tienes que buscar espacio para mantener relaciones significativas. Es lo único que te va a ayudar a mantenerte sólido en el suelo"


Rosana Corbacho, psicóloga clínica y humanista en la industria musical, resalta la importancia de “poner nombre a las emociones” para enfrentar la ansiedad escénica, el estrés crónico o el bloqueo creativo que afecta a los profesionales de la música

(Publicado en el segundo número de Basques on Decks, versión impresa)

En muchas ocasiones, nos comportamos como alguien que pulsa innecesariamente una máquina expendedora mientras mira desesperado cómo el vaso se desborda. No nos damos cuenta de que es nuestra mano la que está pulsando el botón, pues somos totalmente inconscientes de la existencia de dichos botones. Ocurre lo mismo con las emociones. Para poder ser conscientes de una emoción debemos saber, en primer lugar, que podemos llegar a ser conscientes de ella. Mientras esto no ocurra, será muy difícil entender cómo podemos adquirir capacidades o herramientas para modificarla o aprender a gestionarla. Una vez consigamos esto, quizá encontremos que lo que llevábamos buscando mucho tiempo estaba escondido en ese terreno desconocido.

Existe una relación obligada entre música y emoción, ya que la música constituye un tipo de lenguaje acústico seleccionado para expresar, procesar y trascender emociones. Sin embargo, se habla sobre su capacidad para mejorar la salud psíquica de las personas, de su poder sanador, mientras que el cuidado emocional de los artistas y aquellos inmersos en la creación musical ha sido un tema de investigación más limitado. Como asegura el periodista estadounidense Ian Winwood en su libro Bodies. Vida y muerte en la música, “algo falla sistemáticamente en el mundo de la música, que hace que la gente enferme.” Asimismo, en esta obra afirma la existencia de una costumbre de “idealizar las turbadoras historias de la rama de la industria creativa” y cómo algunos se aferran a la idea de que “el buen arte debe estar suscrito por el sufrimiento humano.”

En 2017 la Asociación “Help Musicians UK” realizó un estudio con 2000 músicos que llegó a conclusiones preocupantes: el 71% de los encuestados aseguró haber sufrido ataques de pánico y el 68,5% depresión. Esto se debe a factores como la presión al éxito, ya que se ven forzados a representar que están fuera de una rutina social, a pesar de depender puramente de la sociedad; la incertidumbre; la más absoluta soledad del estudio, del ensayo o las giras; o la falta de tiempo para establecer relaciones convencionales, por lo que crean vínculos difíciles e imprudentes. Los músicos son víctimas y supervivientes de las circunstancias.

Rosana Corbacho, psicóloga clínica y humanista especializada en la industria musical, fundó M.I Therapy con el objetivo de crear conciencia sobre la salud mental en la industria de la música, uniendo fuerzas con especialistas que trabajan el equilibrio vital de los artistas y otros profesionales de todo el mundo. Especialmente, centra su actividad en el tratamiento de adicciones, ansiedad, depresión y otros trastornos que afectan en el desarrollo personal tanto de creadores musicales como de otros profesionales de la industria musical. Además de haber sido invitada a dar charlas y talleres en numerosas universidades y festivales como Primavera Sound o ADE, ha colaborado con asociaciones como Musika Bulegoa. Junto a esta asociación que apoya y promociona la música creada en el País Vasco, desarrolló la “Guía de la Salud Mental de la Industria Musical”, presentada en Bime 2022 y donde recibió el premio Keychange Inspiration Award de Amazon Music.

  • Cuando hablamos de “salud emocional” se nos viene a la cabeza la idea errónea de una persona que gestiona sus emociones de manera equilibrada y nos imaginamos a un individuo feliz y satisfecho, olvidando que la felicidad está condicionada por la rabia, la tristeza, la vergüenza o el miedo… ¿Cuál sería tu definición para el concepto “salud y competencia emocional” en el mundo de la música?

Para mí tiene que ver con la consciencia que tengamos de lo que nos está pasando, de lo que estamos sintiendo. Muchas personas vienen a terapia sin saber ponerle nombre a sus emociones. Este sería un primer nivel, y el siguiente sería “sé lo que siento.” El ultimo nivel sería cuando somos permeables a lo que sucede fuera y podemos identificar cómo resonamos interiormente, no solamente a nivel de emociones, sino también incluso, identificar algo que te ha pasado y que te está conectando con una carga emocional del pasado.

Para tener una buena salud emocional no tenemos que buscar nada que sea estático, sino más bien algo que sea fluido. Las emociones precisamente están ahí para conectarnos entre lo que pasa internamente y externamente, y cómo nos podemos adaptar al entorno. Por ejemplo, en cuanto a la relación con otras personas, algo que me parece muy importante es saber tomar la responsabilidad de mis emociones y permitir que tú también las tengas, sin querer controlar qué es lo que tú sientes.

El mundo emocional, como dice Jon Kabat-Zinn, consiste en aprender a surfear esas olas de emociones que nos vienen. No solo para no sentir las malas –estas las tenemos que sentir porque precisamente, son las más adaptativas– si no para poder identificar si lo que estoy sintiendo ayuda a mi supervivencia o me ayuda a conectar con el presente. Y no aferrarse ni a no querer solo lo malo, ni a querer todo el rato lo bueno.

  • Existe la percepción de que los músicos desarrollan una sensibilidad emocional más profunda por su capacidad para interpretar y expresar emociones a través de la música, un medio de comunicación emocional. ¿Existen diferencias significativas en cómo procesan y canalizan sus emociones en comparación con individuos de otros campos profesionales?

Aunque solo trabaje con personas de este sector ahora mismo, es verdad que los músicos son personas sensibles, y que precisamente por esa sensibilidad, están conectadas con sus emociones. Y a veces desde ahí, crean. Pero también es un poco mito que todo el rato se haga una canción porque quieres expresar emociones, a veces lo haces porque es tu trabajo. A lo mejor en el momento en que te apareció la melodía estabas sintiendo una emoción, pero es que desde que sientes esa emoción, hasta que por ejemplo terminas un álbum, tienes que procesar, masterizar… Eso está mucho más en la cabeza que en la parte emocional.

Sí que es verdad que cuando algunos empiezan a ser artistas utilizan el arte como una forma de expresión emocional o para desahogarse. Pero no es siempre y no es para siempre. Una de las preguntas que me hacían mucha gracia cuando trabajaba en un sello en Londres y realizaban entrevistas a los artistas era: “¿En qué te has inspirado para hacer esta canción? o ¿Qué significado tiene?” No tiene que haber siempre una trascendencia emocional. Otra cosa es que las que escuchamos sintamos cosas cuando vivimos esa música.

Hay patrones más destructivos dentro de sentir algo que es incómodo y querer taparlo de alguna manera, no solamente a través de la música, si no a través de otros mecanismos como puede ser el consumo de sustancias, la comida… Pero tampoco es siempre, aunque desde fuera la sociedad se piensa que sí que lo es. Aunque haya un patrón diferente, no se puede generalizar. Son personas sensibles pero no siempre están conectados con la emoción cuando están creando.

Desmitificando mitos…

  • Ser una persona altamente sensible (P.A.S) se considera un rasgo de la personalidad. Son individuos que son más propensos a experimentar reacciones emocionales más intensas, ser afectados por entornos ruidosos, luces brillantes o estímulos sensoriales fuertes… ¿Qué estrategias has encontrado útiles para la gestión de la sobrecarga emocional en los entornos intensamente estimulantes a los que se enfrentan los profesionales de la música?

He trabajado con muchos casos de personas P.A.S, incluso algunos fueron los que me inspiraron a empezar a estudiar psicología y así poder ayudar. Eran personas muy sensibles o incluso tenían diferentes diagnósticos, es decir, diferentes formas en que funciona el cerebro central. En cuanto a la alta sensibilidad, ya sea porque seamos P.A.S o por otra situación, yo siempre invito a que partamos de ciertas actitudes que sean respetuosas con nosotras. Al igual que antes de irte a hacer una ruta de montaña, que checkeas si llevas todo que necesitas, hay que identificar cómo estás y hasta dónde puedes llegar. Poder tenerlo en cuenta también en la parte emocional y no solo en la física. Si partimos de este respeto, las olas van a ser menos intensas y el cuerpo dice “vale, me está haciendo caso”.

La segunda parte es poder nombrar las emociones en concreto e incluso ponerles una cifra del 0 al 10, es decir, con qué intensidad las siento. En vez de buscar el por qué, nos vamos más a la parte cognitiva. Esto funciona no solo para las P. A. S si no para las personas que, por ejemplo, tienen un trauma y tienden a disociarse. Tú les das las herramientas en función de si lo sienten con un 8 o un 10… Es como ir midiéndote el pulso, como el botoncito del volumen.

  • Uno de los fenómenos manifestados en profesionales de la música es el sentimiento de no merecer el éxito, más conocido como “síndrome del impostor”, o la incertidumbre constante derivada de un entorno tan cambiante y competitivo. ¿Has notado alguna diferencia en la prevalencia de estos desafíos entre artistas emergentes y aquellos que tienen una carrera más consolidada en la industria?

Mi percepción es que en artistas emergentes lo escucho más, pero no lo veo menos. Y en artistas más establecidos, lo veo más, pero lo escucho menos. A pesar de que existe, creo que es como un #hashtag. Lo que he visto en artistas emergentes es que lo utilizan más como si nombrasen una emoción. Vamos a decir que sí que lo tienes, pero ¿qué te hace sentir esto?. Hay que desmenuzarlo, si no es muy inhabilitante. En vez de patologizar todo lo que nos pasa, hay que averiguar de qué está hecho y cómo resuena eso en mí. Si no, son como las pegatinas que les pones a las maletas de los discos.

  • Otro de los desafíos comunes es la falta de tiempo para cultivar relaciones convencionales a pesar de depender de un entorno puramente social. ¿Cómo se puede lograr un equilibrio saludable entre la vida laboral y personal en la industria musical? Además, ¿qué estrategias se pueden adoptar para contrarrestar la sensación de soledad que a menudo experimentan debido a estas demandas sociales?

Para poder trabajar algo que no funciona o que no va del todo bien, no solamente necesitamos ver qué es lo que falla, si no también cuál es la motivación de por qué quiero cambiar esto, desde dónde y qué es lo que me va a dar fuerza para cambiar este mecanismo donde me encuentro cómoda. Cuando no tienes espacio para tus relaciones interpersonales y a eso se le añade la culpa, el bloqueo, o la soledad, invito a dar el primer paso con la persona que tengamos más cerca y con la que nos sintamos más cómodas. Sin forzar, de una forma natural. Quedándonos con la sensación que te deja haber salido esa tarde con un amigo o una amiga, en vez de estar en el estudio. Eso nos va a dar un poquito más de empuje para poder cambiar ese mecanismo. Es muy importante poder decir sí, me siento vulnerable; sí, necesito a mis amigos, y no entrar en una espiral.

Un dato muy importante es que cuando sufrimos estrés crónico, lo único que tiene efecto en bajar los niveles de cortisol son las relaciones interpersonales. Sí, ni el yoga, ni los ejercicios de respiración, ni estas cosas que funcionan con el estrés puntual. Por lo tanto, a quien sea que le guste su carrera, si quiere tener una carrera larga y sostenible, tiene que buscar espacio para mantener relaciones significativas. Es lo único que le va a ayudar a mantenerse sólido en el suelo y tener raíces fuertes para poder crecer alto.

  • Una de las recomendaciones de la Guía de la Salud Mental de la Industria Musical” que realizaste junto a Musika Bulegoa, es “Tómate descansos donde desconectes de las RRSS”. ¿Cómo ha afectado el auge de las redes sociales a la salud mental de los profesionales de la música? ¿Crees que surgen desafíos específicos debido a la presión de mantener una presencia constante en las redes?

Sí, no solamente constantemente en las redes, sino constantemente con el mail o con el whatsapp. Ya no solo es lo que haces como forma de difusión, es no poder estar conectando con tu interior. Esto afecta a la creatividad y a la productividad. Hay que darse un respiro. Hay que compensar con cosas que sean saludables para ti. Si estás todo el rato en alerta, no puedes descansar. El sistema central no vuelve a vibrar en su línea base si no existe el descanso. Por eso es tan importante prevenir el burn out. Hace tanta falta esa desconexión, que solo la notamos cuando podemos tomarla.

  • Existen momentos particulares en la carrera de un músico en los que es más propenso a experimentar el bloqueo creativo, que en ocasiones está relacionada con la vulnerabilidad emocional. ¿Cómo funciona nuestro cerebro mientras estamos creando? ¿Cuáles son las causas subyacentes de este bloqueo y qué recursos específicos recomiendas para que la creatividad siga fluyendo?

La ansiedad escénica, el estrés y el bloque creativo son los puntos que más me gustan trabajar. Cuando desbloqueas el bloqueo creativo, lo disfrutas tanto y es tan bonito… Normalmente el hecho de que las personas desarrollan un bloqueo creativo tiene que ver con la autoexigencia, perfeccionismo y haber perdido el disfrute de crear. Y esta tarea, la de crear, tiene que ver con la primera pregunta, la de la sensibilidad de los artistas, con la parte de las emociones, la parte que se activa cuando estamos meditando o estamos soñando.

Cuando vienen con un bloqueo creativo, como el “no sé qué voy hacer en mi siguiente álbum”, están pensando en el futuro y están desconectados del interior. No se están permitiendo cometer errores. Los mecanismos de afrontamiento automático que solemos utilizar tienen que ver con “voy a intentar sentir esto que estoy sintiendo”, y eso bloquea más todavía de dónde tiene que nacer esa creatividad.

Para desbloquear ese bloqueo creativo, yo recomiendo limitar el tiempo en el estudio, salir a tener experiencias y conectar con la sensación de estar jugando. Hacer algo para ti, que no se lo vas a enseñar a nadie, como “voy a pintar, aunque yo no pinto”. No nos podemos poner a masterizar un tema cuando no tenemos la melodía. Y la melodía, se consigue con el juego, con la parte mental. Invito a que se atrevan, que vayan a hacer otras cosas creativas que no tengan que ver con su trabajo, y que jueguen con cosas que les hacían sentir que podían ser lo que quisieran, que no era por y para algo.

  • En especial, ¿se ha detectado algún patrón que se repite en la escena de los DJs y la música electrónica que afecte a su bienestar emocional en comparación con otros géneros musicales?

Justo mi background es más dentro del sello, festivales o agencias de música electrónica. Un patrón que veo es la soledad que viven. Estar de tour, sobre todo los primeros años, tú solo con una mochila y un memory stick por el mundo dando vueltas, es algo muy difícil de sostener para el cuerpo humano. Cuando tienes una banda, sin embargo, los tiempos son más lentos y es como si viajases con tu familia. Al estar solo, el subidón y el bajón es más grande. También veo que hay mucha comparación, mucha competitividad… Por ejemplo, también lleva a muchos peligros el hecho de haber subido en la carrera muy rápido y no hacerlo de manera progresiva.

Cuando tengo que hablar de DJs y productores de música electrónica, siento que hay más prejuicios también en cuanto al tema de las drogas o consumos. Con el tema del abuso de sustancias, a mí me preocupa más al inicio de la carrera o al final, que durante. Y siento que es muy importante en vez de juzgar, verlo como una variable más. Están muy solas, muy expuestas. Yo creo que las que más en el mundo de la música, y se valora poco. Se percibe como que no es “ser tan artista”.

  • Por último, ¿dirías que existe una mayor conciencia o discusión sobre la importancia del bienestar emocional de los músicos en comparación con décadas anteriores?

Hay mayor conciencia, se habla más y siento muchísima gratitud por eso. He notado en consulta cómo antes venían después de haber tocado fondo varias veces y nunca haber pedido ayuda, tragándose solas los problemas. Ahora vienen antes y vienen también para algo más relacionado con el crecimiento, no solo un problema especifico. Entonces es más fácil ayudarles. Hablamos más de prevención. Veo cómo alumnos y alumnas de diferentes universidades piden la existencia de psicología en esto, cómo también los profesores y profesoras participan… Hay más unión, más empatía, más compasión.

Por otra parte, me gustaría subrayar que hay que tener cuidado con qué exponemos de nuestras dificultades públicamente. A veces, por ese “estar de moda” o parecer que ayuda, creo que hablamos demasiado de cosas que son muy íntimas y pueden poner en riesgo los síntomas o empeorarlos. Invito a la cautela. Si vamos a hacer algún comunicado publico, primero que se consulte con el equipo medico, el psicológico o psiquiátrico. Y ver hasta dónde quieres compartir. Que se respete la intimidad de las personas. Si no, no ayuda nada. Se queda en prensa amarilla y se vanaliza algo que es muy grave.

Utilicemos a los medios para un buen fin, que gracias a ellos se habla tanto de la psicología.